FUNDAMENTOS NUTRICIONALES

El éxito de cualquier especie depende de dos cosas: sobrevivir y reproducirse. Para sobrevivir lo primero que hace falta es muy simple: conseguir y asimilar cada día suficiente alimento adecuado. Y no vale con tenerlo delante, hay que competir con otros animales para obtenerlo, comerlo, digerirlo y transformarlo en energía o nutrientes que permitan al cuerpo funcionar.

En esta competencia constante con el resto de especies, todos los seres vivos están bajo presión evolutiva para optimizar su cuerpo y hacerlo más eficiente en una cosa muy concreta: conseguir, digerir y metabolizar un tipo de alimento en un entorno que favorezca esa necesidad. Pero ojo, ningún animal es capaz de adaptarse a comer absolutamente todo lo que hay en su entorno.

La evolución funciona a base de intercambios: ganar una habilidad implica perder otra. Así es como se seleccionan las soluciones en biología evolutiva, en fisiología, en ecología y en el diseño del cuerpo de cada especie. Y en lo que respecta a la comida, significa que si un animal se adapta a un tipo de alimento, al mismo tiempo pierde eficiencia para digerir o metabolizar otro.

Cuando nuestros antepasados homínidos bajaron de los árboles hace unos seis millones de años y empezaron a usar más recursos terrestres, sus cuerpos cambiaron para caminar erguidos. La locomoción bípeda les permitió recorrer grandes distancias y tener un mejor campo de visión, pero también trajo consecuencias: perdieron eficiencia para recoger los frutos más altos, y al levantar la nariz lejos del suelo también redujeron su capacidad olfativa para rastrear presas o encontrar tubérculos bajo tierra.

Eso sí, la evolución nos regaló un cerebro más grande. Y aunque no éramos los más rápidos ni los más fuertes, esa ventaja nos permitió obtener carne sin necesidad de competir en velocidad o fuerza con otros depredadores. El problema vino después: alimentar un cerebro tan grande exige muchísima energía, así que hubo que reducir el tamaño del intestino en torno a un 40%. ¿Qué significó esto? Que se perdió gran parte de la capacidad de fermentar vegetales muy fibrosos en un colon más corto, reduciendo así la posibilidad de aprovechar nutrientes de alimentos vegetales de baja calidad.

En definitiva, ganar acceso a carne y fuentes animales trajo una contrapartida clara: perder capacidad para obtener energía de frutas y plantas fibrosas. El diseño interno del intestino cambió de manera radical, limitando aún más las opciones alimenticias futuras del ser humano.

Resumiendo, la evolución es un juego de compensaciones: se renuncia a una habilidad para potenciar otra. Y en el terreno de la nutrición, eso nos lleva a algo muy concreto: cada especie del planeta tiene una dieta óptima que le corresponde por naturaleza. Eso es lo que llamamos dieta natural o dieta específica de especie.

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